“Hechizo
de mar y luna” de Mara Oliver
Con el corazón roto, un joven brujo invoca un hechizo de amor que
desembocará en una maldición y le llevará de los verdes bosques de Navarra a
las oscuras playas de Tenerife, en un baile de máscaras, almas gemelas y
destinos cruzados, buscando la magia redentora del beso de una sirena.
Una novela trepidante que actualiza antiguas
leyendas ibéricas y el espíritu de los cuentos tradicionales en una historia
fresca, sensual, divertida y original, llena de imaginación y romance.
Opinión
“Hechizo de mar y luna”,
una novela que, por lo que he visto, está pasando bastante desapercibida y la
verdad es que no entiendo el motivo. Primero, Mara Oliver escribe estupendamente
y segundo, es una historia maravillosa, de esas que te enganchan desde el
principio y ya no te sueltan hasta el final.
El
último párrafo de la sinopsis la describe a la perfección: Una novela trepidante que actualiza antiguas leyendas ibéricas y el
espíritu de los cuentos tradicionales en una historia fresca, sensual,
divertida y original, llena de imaginación y romance.
Y
es que con esto ya estaría todo dicho, porque es cierto. Porque el ritmo de la
novela no solo no decae en ningún momento, sino que va en aumento. La parte
previa al desenlace es de infarto, vamos, que yo me he quedado sin uñas. Atacadita
estaba.
Pero
ha merecido la pena, me he divertido muchísimo con estos cuatro (cinco si
contamos a Sergio Urgorri), porque la sinopsis nos habla de un joven brujo con
el corazón roto (Paulo Anzola), pero este brujo tiene un primo (Urko Anzola). Y
qué primo, el muchacho me ha robado el corazón desde el minuto uno de aparecer
escena, sí es un poco canallita, pero tiene unos golpes buenísimos; es imposible
no enamorarse de él. Pau, por el contrario, es un chico más tranquilo, más
tierno y sensible, capaz de hacer lo que sea para recuperar a su chica. Y ese
es el problema: le hace caso a Urko. Y
aunque se supone que el prota es Pau, Urko está ahí, siempre a su lado, apoyándolo
o enredando más las cosas, pero a su lado.
El
protagonismo femenino recae sobre Laila, aunque su prima Itxaso la acompaña en
todo momento, con ellas pasa más o menos lo mismo que con los chicos y no se
separan la una de la otra. Ellas son lamias, una mezcla muy bien traída de bruja
y sirena, y tampoco se quedan atrás a la hora de liar la madeja y al final,
entre los cuatro, se las apañan para poner a todos los demonios del infierno en
pie de guerra.
Me
ha encantado el lenguaje esotérico, las expresiones que ha empleado, la manera
de describir los efectos o consecuencias de cada pequeño hechizo o sortilegio.
A mí, que siempre me ha tirado mucho todo esto de la magia, las brujas y los
conjuros, me ha sonado todo muy auténtico, muy creíble. Y la imaginación que
hay que echarle para urdir una trama como esta, perfectamente hilada además de
llena de fantasía, magia, leyendas e historias ancestrales que dan sentido a
todo lo que sucede en la novela.
Han
sido memorables los momentos “hot” y no por lo explícitos, sino por lo
originales y divertidos. No podía evitar sonreír al imaginar las caras de los
chicos, sobre todo la de Urko… y no digo más que no quiero estropearle la diversión
a nadie.
No
me quiero olvidar de la parte tierna y romántica, que también ha sido
maravillosa y todo gracias a Laila y su canto de sirena. La conexión entre las
almas gemelas, la manera en que se presienten y se buscan y se llaman aún sin
saberlo.
Tampoco
le falta el puntito triste ni los disgustos que se quedan en sustos, vamos, que
no le falta de nada y se lee en un suspiro.
Mencionar
que me ha encantado la forma de ubicar al lector encabezando los capítulos o
párrafos con un par de sencillos símbolos. Una luna creciente cuando son los
chicos navarros de la Orden de Selene los que están en escena, y tres ondas
superpuestas horizontalmente, para las Lamias canarias.
Si
os gusta el género paranormal, tenéis que leerla, estoy segura que os va a
gustar tanto como a mí.