Trampa
para dos, de Sandra Bree.
El
sargento de policía, Alonso Vega, está al mando de una importante investigación
para esclarecer varios casos de desaparecidos. Decidido a llegar hasta el fondo
del asunto, deberá infiltrarse en un centro experimental perteneciente al
Gobierno para intentar lograrlo. Durante el desarrollo de su misión conoce a
Chantal, una mujer que lo atrae y lo desconcierta desde el primer instante en
el que se cruza con ella. Chantal, hija del multimillonario Jonás Damasco,
tiene que cumplir la promesa que le ha hecho a su padre: dirigir sus empresas.
Pero no es algo que le vaya a resultar fácil, porque ama el baile más que a
nada en el mundo. Gracias a su empeño y dedicación, y a hacer cosas de las que
no se siente muy orgullosa, se ha convertido en una de las mejores profesoras
de danza. Es una mujer fuerte, valiente y leal que no va a permitir que Alonso,
un individuo engreído y prepotente, consiga que falte a su palabra. Sus vidas
se han entrecruzado sin remedio, y a pesar de que los dos se empeñan en
resistirse a la intensa atracción que surge entre ambos, sus sentimientos se
verán puestos a prueba de manera forzosa.
Opinión:
Leer a Sandra Bree siempre es garantía de
entretenimiento, porque a sus historias nunca les falta acción ni emociones y
además esta mujer se atreve con todo. Porque lo suyo siempre había sido la
novela histórica, pero nos sorprendió dando el salto a la romántica
contemporánea con La verdad de una
mentira y ahora, en Trampa para dos,
le añade intriga con una trama policial. Y me ha gustado.
Me ha gustado el argumento, me han gustado los
personajes y me ha gustado la prosa de Sandra (es una autora que trabaja, que
evoluciona y mejora día a día, que no tiene miedo a probar cosas nuevas y todo
eso se nota en su forma de escribir).
La novela está bien desarrollada y perfectamente
hilada. Desde el principio sabes qué está pasando en el centro, cuál es el caso
que obliga a la policía a tomar cartas en el asunto, y poco a poco vas recabando
información, obteniendo datos. Empiezas a buscar sospechosos e indicios que te
lleven hasta el culpable y terminas recelando hasta del apuntador. Y por supuesto,
como en toda novela de suspense policial, no faltan las sorpresas y los sustos;
atacadita de los nervios he estado en más de una ocasión.
Dicho así, parece que todo se centra en el
caso, en la desaparición de varios alumnos, pero no, que para algo esto es
novela romántica. También tenemos una pareja de protagonistas que no podían ser
más diferentes. Ella, Chantal (hasta el nombre le pega jejeje), es una niña
bien, de buenos modales y aspecto impecable. Buena estudiante, a pesar de que
no está allí por gusto, sino por agradar a su padre. Pero no tardaremos en
descubrir que tras su fachada de hija de papa se esconde una mujer decidida y
con agallas, que no duda en afrontar riesgos con tal de perseguir sus sueños. Aunque
también adora a su padre y su amor por él y su sentido común son los que la han
llevado hasta donde está en ese momento.
Luego tenemos a Alonso. Un poli duro, serio,
con aspecto de macarra, al que no le hace ninguna gracia tener que hacerse
pasar por estudiante, pero demasiado comprometido con su trabajo para negarse a
participar en aquella misión. Conocer a Chantal, no lo despista del caso, pero
al menos le mantendrá entretenido mientras dure su encierro… eso era lo que él
se pensaba. Porque al final el poli duro con aspecto de macarra (guapísimo de
la muerte), termina coladito por la rubita vestida en tonos pastel con la que
no pega ni con cola. La atracción entre ellos es inmediata, la química
innegable, el acercamiento inevitable… y la pasión, con semejante hombre y conociendo
a Chantal, predecible.
He disfrutado mucho con esta lectura, que es de
lo que se trata, pero no voy a negar que me hubiera gustado que fuera un poquito
más larga. Porque me lo estaba pasando de cine con el lío que se había montado,
con la relación entre los protagonistas, con la amistad y el compañerismo de
las chicas, con la vida en el peculiar centro de estudio… vamos, que cuando me
he querido dar cuenta se había terminado. Eso sí, Sandra le ha dado emoción
hasta el final.
¡Cómo os gusta vernos sufrir!
Por cierto, la portada, aunque al principio no
lo parezca, es muy apropiada.