"Almas de Luna" de Mara Oliver

“ALMAS DE LUNA” de maRA oLIVER.

SINOPSIS

En Fronda, los niños duermen en los tejados y toman la luna para convertirse en lobos; las niñas sueñan con el cambio, pero ninguna lo ha conseguido en los últimos cincuenta años… hasta ahora.

Todo está a punto de cambiar, los hijos del alfa cortejan a la nieta de los omega y hasta los mestizos olvidan la pena de muerte y se atreven a regresar, pero la única hembra fértil de la manada no desea cumplir con las tradiciones y desposarse en un triple enlace, ella luchará por su primer amor, su libertad y la vida de los que más quiere.

Una hembra para tres machos alfa, dos hermanos destinados a enfrentarse y el fantasma de un gran amor entretejen los múltiples hilos de este romance de lobos, pasiones, profecías y venganzas.

Bienvenidos a Fronda, bosque de sombras y corazones robados.

Género: Romántica. Juvenil. Fantasía. Paranormal.

Fecha de publicación: 19 julio 2017.

Precio: 3,99 €

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OPINIÓN

Esta vez sí que no sé por dónde empezar, ni qué decir sobre la novela que acabo de terminar. Primero, porque aún estoy bajo los efectos de la lectura (tremenda resaca literaria voy a tener) y segundo, porque para nada es una historia sencilla de comentar. Cuenta 641 páginas repletas, plagadas, saturadas de fantasía, de magia, de imaginación y como reza la sinopsis, de romances entre lobos, pasiones, profecías y venganzas. Es una historia de historias, de recuerdos y de presente, de momentos importantes que marcan el destino de los habitantes de Fronda y sobre todo del líder de la manada y su familia. Una historia contada con mimo, con detalle, con maestría; con giros constantes que te obligan a continuar leyendo, que no dejan de sorprenderte, porque en el mundo de los mannaros todo es diferente. Costumbres, tradiciones, reglas, jerarquía, incluso las relaciones, que son… digamos, particulares. Marcas de sangre, amarres, profecías; sombras con vida propia que acompañan, que observan, que otorgan poder; sentimientos encontrados, recelo, miedo, pero también mucho amor. Amor del bueno, del que dura toda la vida y más allá. Porque de eso hay a espuertas.

Igual que protagonistas, porque para mí no son solo dos. Cierto que la protagonistas indiscutible es Silvana. Todo gira en torno a ella y al cambio que la ha convertido en la única hembra fértil de la manada. Y hay que decir que es una chica con mucho coraje, porque a ver quién es la guapa que no se acobarda con lo que se le viene encima. Que sí, que un poquito acojonadilla sí que está, sobre todo porque tiene un cacao mental cosa mala y los sentimientos demasiado a flor de piel (o de pelo jajaja). Tendrá que tomar decisiones cuando no se siente preparada para hacerlo, tendrá que confiar cuando le aterra la idea de dejarse llevar, tendrá que hacerse con las riendas de su nueva vida y todo ello mientras no deja de experimentar cambios, cuando su nueva condición le abre las puertas a un mundo de sensaciones, de percepción, que nada tiene que ver con lo que conocía hasta el momento. Cuando se te agudizan los sentidos nada vuelve a ser igual.

Pero también tenemos a Raúl Montenegro… loquita me dejó el macho alfa (y estoy convencida de que los Montenegro son asturianos. ¡Qué ilusión me hizo cuando llamó guaje a Isaac! Lo que yo os diga: los Montenegro son asturianos por mucho que en el libro se mencionen en varias ocasiones Barrios de Luna y sus alrededores jajajaja).

Sigo, que después de Raúl, aparece Bosco, el hijo menor del alfa de Fronda; un amor de chico. Divertido, un poco alocado y desde siempre, amigo inseparable de Silvana. Amistad que con el tiempo pasa a convertirse en algo más intenso y menos fraternal. Pero la cosa se complica para Silvana cuando entra en escena Urso, el hermano mayor de Bosco. Orgulloso, fuerte, decidido, seguro de sí mismo… con este chico he tenido sentimientos encontrados (me ha pasado un poquito como a Sil, que tampoco tenía muy claro qué pensar de él. Y eso que este, como su padre, me fue ganando poco a poco cada vez que llamaba neña a Silvana jejeje). Encantador y servicial en algunos momentos; rencoroso, vengativo y calculador en otros… Eso sí, los dos guapísimos de la muerte y con un Sex-appeal tremendo. Si es que lo de poder cambiar a lobo, tiene su encanto y mucho morbo. Ese punto salvaje, animal que tiene los mannaros es de lo más seductor.

Pero no queda la cosa en el líder de la manada y sus cachorros, porque Olmo, el abuelo de Silvana, también tiene mucho peso en la historia. Bueno, y Melisa Montenegro, anterior alfa de la manada, madre de Raúl, abuela de Urso y Bosco y… más mala que un dolor.

Secundarios: muchos. Importantes: todos. Es una historia coral en la que cada personaje juegan un papel importante en el desarrollo de la trama. Mención especial para Laro, que será un pilar importante sobre el que muchos se apoyaran a lo largo de la novela. Isaac, su sobrina Marta y los cuatro mestizos. Olivia, la abuela de Silvana, una mujer con mucho temple y mala leche también. Y no quiero olvidarme de Paloma, la amiga de Silvana. Alocada, divertida y leal, que con sus comentarios me ha arrancado más de una carcajada. ¡Tremenda la chica!

De cómo está escrito, de la ambientación, de todo lo que trasmite, creo que bastaría con decir que leer a Mara Oliver te hace creer en la magia, te hace sentir la magia.

De una leyenda como es la del hombre-lobo, ella ha creado una raza con identidad propia, un pueblo con un gran pasado, sus mitos y sus leyendas. Ha creado una novela fresca, viva, original. Y además los ha afincado aquí, en España y  más concretamente en la Cordillera Cantábrica, en los bosques y montes asturleoneses.

Así de bien, de bonito, de convincente, de maravilloso escribe Mara Oliver. Sus descripciones de los bosques, de las cuevas de Fronda; la forma en que plasma con palabras lo que sientes los personajes, cómo captan olores, sonidos, pensamientos, cómo se perciben, se desean y se entregan… de diez. En todos los aspectos, una novela redonda. Admirable la imaginación de esta mujer.

¡Muy fan de Mara Oliver!

Un último apunte: tanto el título como la portada, preciosos y perfectos. ¡Y qué bonita la dedicatoria!