
Juntas compartieron todo tipo de
aventuras y emociones, pero, cuando Gizelle enfermó y Lauren se dio cuenta de
que su mejor amiga pronto ya no estaría, decidió hacer una lista de deseos y
llevarla a la práctica para aprovechar al máximo el tiempo que les quedaba
juntas.
Una lección conmovedora y divertida
de un mastín: aprovecha la aventura, ama incondicionalmente y conviértete en la
persona que quieres de verdad ser.
OPINIÓN:
De
ante mano os digo que si sois de lágrima fácil y os gustan los animales (los perros
en especial), no leáis este libro. Se pasa mal… muy mal. He llorado más que
cuando se murió Chanquete o el verano se terminó, todos se fueron y el pobre
Pancho se quedaba allí solo (que talmente parecía que no tuviera amigos en el
pueblo), corriendo tras el taxi de Julia. ¡Uy!, que me disperso.
Lo
dicho, es una historia que me arrepiento de haber leído. Pero como siempre que
veo un animal en una portada (hace poco os lo decía), me lanzo a por el libro
sin pensar y a veces ni leo la sinopsis (o la mitad, como sucedió en esta
ocasión). Claro, cuando llegué a casa y la leí entera me entraron los siete
males. ¡Vale, que no cunda el pánico! Es la historia real de una chica que
tiene un mastín inglés, hembra, a la que adora, con la que va a todos lados y
con la que comparte importantes etapas de su vida… hasta que Gizelle enferma… sabes lo que supondrá y
a lo que te vas a tener que enfrentar. Pero seguro que merece la pena.
Con
el disgusto asegurado, me puse con el libro pensando que habiendo un perro de
por medio la historia sería divertida… Bueno, divertida, lo que se dice
divertida, no me ha parecido. Sí que tiene un par de momentos muy graciosos
(con la perra como protagonista, por supuesto), pero poco más. Claro, Gizelle es una perra muy grande y los
canes de semejante envergadura son mucho menos activos que los más pequeños y
en ese sentido no aporta mucho a la historia.
Al
final me he quedado con la sensación de que esta chica (la autora), no ha
contado la historia de su perra, sino la suya con Gizelle al lado. Era como su sombra, siempre presente, pero sin
llegar a ser protagonista del todo. Porque incluso al final, cuando crea la
famosa lista de deseos de Gizelle…
Vamos, que cerré el libro con la sensación de que la muchacha había hecho un
breve resumen de su vida mientras la perra estuvo a su lado.
Cierto
que tiene sentimiento, es emotiva y que posiblemente la presencia del animal en
su vida la ha convertido en la persona que es hoy en día. Es entretenida, de
fácil lectura, aunque (quitando esos dos o tres momentos de risas y el
disgustazo final) al terminar me ha dejado una sensación un poco como de vacío,
como que a la historia le faltaba algo. O quizás me esperaba otra cosa y por
eso no terminó de llenarme.
Si
os animáis a leerla ya me contaréis.