“Primer
amor” –segundo de la serie Sintonías- de Patricia Sutherland
Shannon
O'Neil es lo que vulgarmente se llama una gordita simpática. Estudiante
aplicada, editora del periódico del instituto y miembro activo de una
importante ONG que trabaja con niños y adolescentes huérfanos, a sus 25 años es
la asistente social más joven del Servicio de acogidas de Camden, Arkansas. Ha
roto con su novio, trabaja mil horas por día, la báscula confirma que Papá Noel
le ha regalado dos kilos por Navidad, y acaba de “heredar”, por jubilación de
la oficial responsable, otro expediente de acogimiento.
En circunstancias normales, no le habría dado tanta importancia. Pero cuando reconoce el nombre en el impreso de solicitud, no se lo piensa dos veces e intenta por todos los medios librarse de aquel expediente: haría lo que fuera para evitar volver a verse las caras con su primer amor adolescente. Ese que cuando se dignó a quedar con ella, lo hizo solamente para ligar con su hermana...
Mark Brady, en cambio, es el típico “hombre 10”. Práctico, de ideas claras y seguro de sí mismo, con 30 años dirige el rancho agrícola-ganadero más importante de la región. Soltero sin compromiso, se considera demasiado hombre para la oferta femenina actual por lo que sus esporádicas acompañantes suelen rondar los cuarenta. Es el mayor de tres hermanos, el más tradicional, el más familiar. Ahora, además, flamante padre de acogida...
Y recolector de calabazas: las que, incomprensiblemente, le está dando la preciosidad pelirroja que se presentó a la primera visita de control, como la nueva asistente social a cargo de los hermanitos White.
En circunstancias normales, no le habría dado tanta importancia. Pero cuando reconoce el nombre en el impreso de solicitud, no se lo piensa dos veces e intenta por todos los medios librarse de aquel expediente: haría lo que fuera para evitar volver a verse las caras con su primer amor adolescente. Ese que cuando se dignó a quedar con ella, lo hizo solamente para ligar con su hermana...
Mark Brady, en cambio, es el típico “hombre 10”. Práctico, de ideas claras y seguro de sí mismo, con 30 años dirige el rancho agrícola-ganadero más importante de la región. Soltero sin compromiso, se considera demasiado hombre para la oferta femenina actual por lo que sus esporádicas acompañantes suelen rondar los cuarenta. Es el mayor de tres hermanos, el más tradicional, el más familiar. Ahora, además, flamante padre de acogida...
Y recolector de calabazas: las que, incomprensiblemente, le está dando la preciosidad pelirroja que se presentó a la primera visita de control, como la nueva asistente social a cargo de los hermanitos White.
Segunda
novela de la serie Sintonías, segunda historia estupenda. A pesar de ser la
historia del hermano mayor de Mandy, la primera Brady protagonista de la serie,
son totalmente diferentes, tan solo el amor que se respira entre las paredes
del hogar de los Brady se repite en ambas novelas, pero eso era algo con lo que
contaba, porque esta familia son como una piña que se apoyan y demuestra su
afecto continuamente.
Me ha
sorprendido la falta de escenas hot, con esto no quiero decir que los
protagonistas no mantengan relaciones en uno u otro momento, sí, simplemente
Patricia a preferido obviar esas escenas. El resultado es una novela cargada de
dulzura, sentimientos y un toque de sensualidad, no se necesitan escenas
explicitas de sexo para expresar la pasión y el deseo que une a la pareja y la
autora ha sabido hacerlo sin necesidad de entrar en detalles. Sinceramente no
he echado en falta esos momentos, la historia no los necesita.
Cuenta con
momentos realmente emotivos que han logrado arrancarme alguna lagrimilla, pero
también con otros divertidos que me han hecho sonreír, y sí, otros que me han
dejado con la boca abierta y con ganas de matar a alguien.
En cuanto a
los personajes… es complicado, me han provocado sentimientos contradictorios en
diferentes momentos de la novela; porque si bien Mark es un cielo de hombre, el
hombre perfecto, bueno, trabajador, que se preocupa por los suyos, que sabe lo
que quiere y como conseguirlo, que no se detiene ante nada, cariñoso… pero… no
hay nada perfecto en este mundo y aunque parezca mentira Mark tampoco lo es, su
seguridad en si mismo lo hace parecer arrogante y vanidoso, pero sus ideas con
respecto a la familia chocan con su edad y la época que le ha tocado vivir y
eso termina pasándole factura, yo misma me quedé ojiplática al leer algunas de
sus “Ideas y sugerencias” y apunto estuve de poner el grito en el cielo. Aunque
después, se termina entendiendo sus planteamientos, aunque sus maneras no sean
las adecuadas.
Shannon es
otro tema, ella me ha gustado desde el principio, lo primero por no ser una
protagonista al uso, porque no hace falta ser una diosa para enamorar a un
hombre y ser a sus ojos la mujer más preciosa del mundo. Ella ha sido la que ha
mantenido la tensión en la historia, con sus continuos rechazos y la falta de interés
por Mark. Me ha gustado que supiera mantenerlo en su sitio y que en más de una ocasión
le parara los pies, aunque tengo que decir que al final me ha enfadado un
poquito, no esperaba que se mostrara sumisa a la primera de cambio, ella que
demuestra tener un carácter fuerte a lo largo de la novela, flojea hacia el
final… supongo que son cosas del amor, del querer complacer en todo al ser que
amas por encima de todo, el conocer a la otra persona y saber que no ganas nada
discutiendo, no lo sé, pero hubiera esperado que le sacara las uñas a Mark una
vez más, aunque después se hubiera tenido que tragar sus palabras, porque
después de todo él tenía razón…
En cuanto a
la trama, decir que es sencilla, pero muy bien llevada, nos cuenta una historia
sin artificios, que resulta muy realista, de fácil y rápida lectura que te
lleva a disfrutar de un nuevo miembro de la familia Brady.
No hay comentarios:
Publicar un comentario