¿Qué lleva a un hombre que lo tiene todo a recluirse en una solitaria casa
junto a un risco al que solo llegan las olas de un mar tempestuoso?
André Fergusson pertenece a una rica familia de comerciantes, además de ser cuñado del conde de Kent. Afincado en Ceilán, dirige las operaciones de la empresa familiar que recibe lo que él les envía para vender en Inglaterra.
Un incendio en un depósito, sin embargo, cambia la vida de André, que se adentra en las llamas para tratar de ayudar a las personas que se hallan dentro. Malherido después del incidente, con cicatrices que revelan las quemaduras sufridas, se recluye en tierras inglesas, solo con el ruido del mar y el precipicio inquietante de un acantilado.
Caitlin Borst ha aceptado el trabajo en la mansión de aquel huraño hombre instalado junto al mar. A pesar de que sabe que no es apropiado porque se trata de su empleador, no deja de sentirse atraída por él.
Entre los dos, a través de los cuidados de ella, a pesar de la necesidad de soledad de él, surge un vínculo que deberá probarse capaz de ir más allá de las apariencias, de la desconfianza, para encontrar un camino que transforme el aislamiento en compañía, el recelo en afecto, el cuerpo maltratado en deseo.
Lola Rey, en esta cuarta entrega de la serie de la familia Collingwood, da una muestra de lo vasto de su universo de temas y desafía las convenciones para contar una historia de amor singular.
André Fergusson pertenece a una rica familia de comerciantes, además de ser cuñado del conde de Kent. Afincado en Ceilán, dirige las operaciones de la empresa familiar que recibe lo que él les envía para vender en Inglaterra.
Un incendio en un depósito, sin embargo, cambia la vida de André, que se adentra en las llamas para tratar de ayudar a las personas que se hallan dentro. Malherido después del incidente, con cicatrices que revelan las quemaduras sufridas, se recluye en tierras inglesas, solo con el ruido del mar y el precipicio inquietante de un acantilado.
Caitlin Borst ha aceptado el trabajo en la mansión de aquel huraño hombre instalado junto al mar. A pesar de que sabe que no es apropiado porque se trata de su empleador, no deja de sentirse atraída por él.
Entre los dos, a través de los cuidados de ella, a pesar de la necesidad de soledad de él, surge un vínculo que deberá probarse capaz de ir más allá de las apariencias, de la desconfianza, para encontrar un camino que transforme el aislamiento en compañía, el recelo en afecto, el cuerpo maltratado en deseo.
Lola Rey, en esta cuarta entrega de la serie de la familia Collingwood, da una muestra de lo vasto de su universo de temas y desafía las convenciones para contar una historia de amor singular.
Tenía
muchas ganas de leer esta última historia, la de André, pero ahora me da penita
que se haya acabado porque he disfrutado un montón con esta serie, todos sus
protagonistas y la estupendísima pluma de Lola Rey.
Como
de costumbre, Lola no decepciona con su forma de escribir y nos ofrece una
novela cuidada al detalle y bien ambientada en la que sumergirnos para compartir
los sinsabores, miedos, decepciones, alegrías, deseos, esperanzas y felicidad
de los personajes y con unos protagonistas que se alejan, como en otras
ocasiones, de los tópicos propios del género.
Porque
sí, André es un hombre adinerado, de adecuada posición social y posee un
imponente y atlético cuerpo, pero el destino y su afán por rescatar a sus
trabajadores del fuego, le ha dejado marcado de por vida y no solo
externamente. Un hombre con el rostro desfigurado por las cicatrices, el alma
atormentada por la culpa y el corazón destrozado por el desprecio de su
prometida, no lo convierte precisamente en el prototipo de galán, sin embargo
Lola ha sabido convertirlo en ese protagonista perfecto, merecedor del afecto de
una mujer, Caitlin, buena, amable y dulce que sabe ver más allá de las
cicatrices, mientras nos roba, también a nosotras, un trocito de corazón.
Admiro
y agradezco el valor de Lola por darnos a conocer estos personajes que de una u
otra manera se alejan de lo típico, porque a pesar de la crudeza o el dolor que
puedan tener sus historias, no deja de ser refrescante el cambio y son
historias que resultan humanas y creíbles. No siempre todo tiene que ser como
en un cuento de hadas para tener una bonita y emotiva historia de amor.
La
trama me ha parecido impecable y sin cabos sueltos. La atracción entre André y
Caitlin es evidente desde el primer momento y va ganando intensidad a medida
que los sentimientos, muy bien reflejados sobre el papel, comienzan a aflorar y
el deseo hace acto de presencia. Me ha gustado la reacción de ella tras el
primer beso… es la lógica teniendo en cuenta que es la inocente hija de un
párroco. También como poco a poco y gracias a la presencia de Caitlin, el carácter
huraño y en ocasiones desagradable de André, se va tornando más afable hasta
volver a parecerse al hombre encantador que había sido antes del accidente.
Eso
sí, a ella la hubiera matado por lo que hace al final; entiendo su razonamiento
para hacerlo, pero vamos, que casi me da un jamacuco, aunque por suerte y evidentemente,
al final todo sale a pedir de boca y la historia se cierra con un prólogo maravilloso
que, creo, sirve como despedida de todos los personajes que han formado parte
de la serie de los Collingwood y los Ferguson.
Una
vez más mi más sincera enhorabuena a Lola Rey por esta estupenda novela que sin
duda merece la pena leer.
Estoy deseando leerlo, estos días ando a mil y no estoy leyendo nada pero no va a tardar nada en caer.
ResponderEliminarUn beso, guapa.