Su novio está de viaje, sus amigas
ocupadas y María ha decidido hacerlo: contratar los servicios de un gigoló por
una sola noche. Sin embargo aquella experiencia de sexo pagado con un
desconocido (Allen) quizá sea más trascendente de lo que esperaba. Dos años
después se encuentran de manera fortuita, cuando ella está a punto de casarse
con el hombre de su vida. Así descubre que Allen lleva desde entonces
buscándola, y también que una noche de sexo por 500 libras ha podido cambiar
sus destinos para siempre. A partir de ahí, María deberá elegir si continúa su
perfecta vida tal y como estaba planificada desde que era una niña o si se deja
arrastrar por Allen, un hombre tan atractivo como peligroso, y de quien no
puede salir nada bueno... ¿Será capaz María de evitar a Allen? ¿Podrá seguir
con su vida tras reencontrarse? Porque no hay mayor traición que ser infiel a
una misma, José de la Rosa nos muestra que es posible salirse del guión y
empezar de nuevo.
Me ha encantado. Es una
historia muy romántica, bueno, Allen consigue que la historia sea romántica.
Porque además de ser un amante excepcional y estar buenísimo, es el hombre más detallista, original,
ingenioso y atento del mundo mundial. ¿Cómo no enamorarse de él? (Y no hablo de
la protagonista jejeje). Además, J. de la Rosa ha sabido generar la tensión
suficiente y en los momentos adecuados, para mantenerme pegada al libro. No
quiero hacer spoiler, pero hay un par de situaciones en que me apetecía comerme
las uñas; he compartido la angustia, las dudas y los miedos de María. He reído
y suspirado con ella. He disfrutado de ese despertar suyo, ese volver a ser ella
misma después de décadas siendo lo que otros querían que fuera. He aplaudido su
valentía y sus decisiones, que creo fueron las acertadas dadas las circunstancias.
De Allen poco puedo
añadir, salvo que es perfecto. La manera de comportarse con María, los detalles
que tiene para con ella, las cosas que le dice y hace… ains si es que era para
no pensárselo y salir corriendo con él de la mano y no mirar atrás.
El que me ha sorprendido
ha sido Edward, que pasó de ser un hombre atractivo y agradable, a convertirse
en alguien, para mí, falso y despreciable por la forma en que trata a María, y
no hay despecho que valga, el tío es un capullo en toda regla que sólo quiere
tener una mujer bonita, un florero, que diga Amén a todo cuanto él diga y
ordene, que no siente el menor respeto por la mujer a la que se supone lleva
amando toda la vida.
Y ya puestos a soltar
veneno sigo con Karen… menuda bruja la tía. Esa sí que es una falsa y además
mala persona que ni es amiga ni es nada, que lo único que le importa, como a
Edward, son las apariencias, el qué dirán. Todo lo que no encaje en ese mundo
perfecto es rechazado. Lo dicho, una mala pécora.
Las respectivas madres (de
María y Edward), aunque han intervenido poquito, me han parecido dos Señoras, a
pesar de la diferencia social que las separa. Inteligentes, amables y que saben
cuál es su lugar en toda esta historia.
La química entre los
protagonistas es más que evidente desde el principio, pero lo que me ha hecho
vibrar, lo que de verdad me ha llegado, han sido los sentimientos, las
sensaciones que les invaden cuando están cerca el uno del otro, cuando se
miran, cuando hablan o ríen… todo eso lo ha sabido plasmar el autor en el
papel, dando fuerza a unas escenas que por sí solas pasarían desapercibidas.
Al leer el título se puede
pensar: «Esto va a tener sexo a cascoporro». Pues no, no lo tiene y no le hace
falta (no quiero ser mentirosa, un poquito sí que tiene, pero lo justo), porque
como digo lo que prima en esta novela es el sentir de esta pareja que necesita averiguar
cosas antes de tomar decisiones.
Me ha parecido una
historia intensa, pasional y también original en lo tocante al argumento y
además muy bien escrita. Totalmente recomendable.
Valoración: 5/5
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